A mi
madre siempre le han encantado los árboles de navidad enormes, frondosos y
abundantemente ornamentados. Muchas veces me ha contado historias que vivió de cuando
era niña, de la mano con mi abuela que desafortunadamente no llegué a conocer. Las
cenas, los humildes regalos, las tradiciones perdidas y la canción navideña de
Feliciano. Yo la observo en esta época y sé que es su celebración secreta, su
procesión de recuerdos valiosos que guarda con celo. Cada año, al empezar
diciembre, mi vieja hace que mi padre que se suba al caluroso entretecho de la
casa como un astronauta y extraiga la larga caja en donde guardan el árbol y
las guirnaldas. Los adornos son almacenados con un orden casi religioso y como rito,
mi madre compra algunos nuevos para bendecirlo. Todas las navidades ella me
dice- mientras decora- los colores que tendrá el árbol el próximo año, luego lo
vuelve a mencionar como en julio y finalmente a pocos días de salir a comprar
para que no exista duda alguna. Este año en particular, lo decoró de tonos
morados y dorados. Le quedó precioso.
Recuerdo
que años atrás mis viejos compraban el pino natural y toda la casa se
impregnaba de ese maravilloso aroma que siempre aspiro a todo pulmón cuando lo
siento. Los adornos en ese entonces eran de cristal muy delgado, con cualquier
mala manipulación se hacían mierda y a mi madre le daba un ataque surtido. El hueveo
de las luces siempre me ha parecido gracioso. Son un verdadero atado de
problema eléctrico. Mi viejo, por más que enrolle el extenso cable con las
bombillitas con un cuidado arqueológico, siempre al año siguiente sale de la
caja una madeja incomprensible y defectuosa. Existen dos tipos de luces, las “Malas
Compañeras”, que encienden independientemente importándoles un carajo que una no lo
haga- esas son fáciles de reparar- y las “Best
Friends Forever”, que si se echa a perder una ninguna enciende para que la dañada
no pueda ser reconocida y todas se vayan a la cresta, pero juntas en
protesta.
En Chile
se prohibió la compra de los fuegos artificiales por los accidentes ocurridos
en los últimos años, pero guardo bellos recuerdos de eso. Cuando tenía diez u
once años, siempre en Navidad y Año Nuevo encendíamos Estrellitas, que eran varitas de pólvora que soltaban chispas y Voladores, que dejábamos de pie dentro
de una botella de vidrio, se le encendía la mecha y salía disparado por los
aires para estallar en el cielo, si la huevada era de mala calidad, de esos con
etiquetas de lenguaje desconocido, estallaba en la misma botella y parecía un
bombazo de guerra mundial. A pesar del peligro se pasaba genial. Mi viejo en
esa práctica volvía a ser niño, al igual que con los volantines (cometas) en
Fiestas Patrias, y se emocionaba tanto como yo al encenderlos.
Es envidiable cómo recreas una admiración tan honda por cosas tan humildes como unas navidades de las de antes. Estas fechas me desesperan tanto, no solo ahora sino desde niño, que siento envidia de quienes sí disfrutan con esos ritos tan sencillos. Mañana cenaré con mi familia..., un año más.
ResponderEliminarUn beso
JM
JuanMa, muchas gracias por pasar por este canal tan abandonado a veces por mí misma. Gracias por apoyar mis escritos.
EliminarTe mando un abrazo bien apretao!
Me encanta como escribes, con ese nivel de detalle tal que me hace ver a tu mamá cruzada de brazos viendo el árbol.... Un poco de crítica social y la chuchada precisa, si ser vulgar u ofenciva. Partes con el tema, desarrollas tú experiencia y vuelves al tema para el cierre. Un texto redondo, no latero (más bien entretenido, ágil y hasta chistoso), y que deja una reflexión. Me gustaría leer un libro tuyo, sería genial. Me he vuelto un fans de tus crónicas.... Saludos. PD: no soy crítico literario ni nada de eso, solo soy un humilde lector que con las pocas neuronas que le van quedando, puede notar y agradecer cuando algo es bueno. Jonathan.
ResponderEliminarGracias, Jona!
EliminarMe alegro mucho q te gusten estas crónicas que son una forma de ordenar un desvarío de pensamientos. Espero algún día hacer algo más que esto y seguir encantándote con mis relatos.
Un besote grande!!!