sábado, 2 de agosto de 2014

Vivir sola

Hace dos meses más o menos que estoy viviendo sola en mi nueva casa. Ha sido toda una experiencia, la verdad. Una experiencia que te hace valorar cada día más el trabajo y la dedicación de una madre. Extraño mucho a mi vieja en detalles como su infalible talento de encontrar todas mis cosas, por más pequeñas e insignificantes que sean. Ahora pierdo todo, y si las vuelvo a ver es porque tropiezo con ellas cuando renuncié a la labor de buscarlas. Imagino que cobrarán vida y se cruzan en mi camino para darme una mano. Otra cosa que extraño de mi madre son sus cazuelas de pollo o vacuno, esas sopas maravillosas en días de frío, o sus toallas siempre con aroma a suavizante o el hecho que me encendía el calientacamas cuando llegaba tarde a la casa. No hay nada en esta vida que supere una cama cálida cuando uno está como chupete helado.

Vivir solo viene en compañía irremediable de silencio. Silencio a veces regocijante y otras veces muy molesto, como si tuvieras que pisar fuerte al caminar para no sentirte aislado del mundo, para hacer bochinche. Cuando llego a mi casa tarde en la noche, abro la puerta, enciendo todas las luces y la televisión de inmediato. Necesito escuchar ruido para sentirme segura. No miento que en algunas ocasiones me siento una niña y me doy rabia, No puedes tener treinta y un años, Amanda, y saltar al menor crujido. No puedes tener miedo de las sombras que proyectan los cables en las ventanas ni tener esa fértil imaginación sobre fantasmas huevones y ese tipo de mierdas paranormales. Jamás me ha pasado nada de eso, pero les aseguro que no sería una Juana de Arco si llegara a suceder.

Hace algunas semanas adopté a un perro callejero que si bien ahora huevea por diez, es un buen guardián. Es enorme. Tiene todo el aspecto de un pastor alemán de pelo largo. Al pararse en dos patas mide casi lo mismo que yo- que es 1.67 cm, por si acaso. De patas gruesas y hocico largo. La noche en que apareció salí a comprar cigarros con Estef muy tarde en la noche. Hacía frío, una niebla bastante cerrada cubría las calles y el cielo era de un tono violeta intenso. Nada de luna, nada de estrellas. Caminamos algunas cuadras conversando, cuando de la nada aparece este perro con su porte señorial y elegancia. Seguía a un tipo de cerca pero al vernos cambió de opinión y se nos acercó trotando. Como donde vivo ahora es barrio nuevo, había un portón con guardias que cuidaban el sector y siempre estaban acompañados por una jauría de perros la mayoría muy agresivos, sobre todo una perra de mierda mezcla de Shar Pei que se cree la gran huevada. En fin, pasamos y antes que los perros nos ladraran como era costumbre, este “perro aparecido” se cruzó delante de nosotras empujando a los demás a un lado, abriéndonos camino. En ningún momento peleó con ellos pero no dejó que ninguno se nos acercara. Seguimos nuestro camino e iba atrás y algunas veces nos adelantaba. Persona que pasaba en dirección contraria, él los miraba con las orejas en punta y no nos dejaba avanzar hasta que el extraño se alejara.

-¿Y de dónde salió este guardaespaldas?- pregunté pensando que lo perderíamos en el camino.
-Es tan hermoso- comentó Estef y como buena amante de los animales que es ella, me miraba con las pupilas brillantes cada vez que podía. Yo trataba de hacer caso omiso.

Compramos en una botillería algo apartada de la casa, el perro se sentó afuera a esperarnos y al volver, lógicamente nos siguió haciendo lo mismo que conté en un inicio. Yo ya estaba algo preocupada, porque estábamos por llegar a mi casa y el perro no mostraba ninguna intención de marcharse. A mí me complicaba, no porque odie a los animales sino que no tenía lugar para él, ni presupuesto considerado aún para tener mascotas. Me detuve frente a mi reja y el perro se sentó moviendo la cola. Quité el candado, abrí la puerta y entró disparado como dueño de casa.

-Ya… Pasa, huevón, pasa- dije entre molesta y divertida.

Estef lo bautizó como Samael, no por la banda suiza de rock, sino que por su significado que es Ángel de la Fuerza, un arcángel de Dios. Y no negaré que me ha hecho compañía, me he sentido bastante segura con él durmiendo en mi jardín, porque con su tamaño Samael inspira más respeto que la chucha. Tiene buen carácter, es manso con la gente que yo dejo entrar, se deja acariciar y lo más maravilloso de todo… no caga en el jardín ni en el patio, ¡puta qué hermoso! Prefiere salir y hacer sus mierdas afuera. Sin embargo, este ideal y conveniente comportamiento tiene su precio. Al despuntar el alba y el sol entrega sus primeros rayos al mundo, Samael cambia su personalidad radicalmente y se convierte en un gallo que canta para despertar a todo el vecindario. Ladra y aulla hasta sacarme de la cama tempranito y obligarme a bajar para abrirle la reja. Sale y al rato vuelve, cansado de oler varios culos perrunos. No sé si prefiero eso o recoger sus depósitos que haciendo mérito a su tamaño, si mi jardín fuera Río lo suyo sería el Pan de Azúcar.  Creo que mejor aprecio el que me despierte, ¿no?

Sí, estas semanas viviendo sola han sido interesantes. Ser dueña de casa es una cosa nueva para mí, no tengo ese instinto hacendoso de poner todo el lugar como espejo ni la cama como si fuera elástica. Soy sencilla y muchas veces almuerzo cualquier huevada sólo para no darme la paja de lavar ollas y todos los implementos que conllevan. Cocinar me gusta, pero aún estoy en la práctica de encontrar las cosas halladas antes por mi madre, ocupar el silencio para intentar escribir y domesticar un perro que todavía cree que su comida está en la basura en vez del plato.

2 comentarios:

  1. Dicen que el sashimi lo inventó uno que vivía solo y no quería fregar sartenes..., ¡Y mira dónde llegó! A veces echo de menos la época en que, ya hace mucho, viví solo en un estudio de 20 metros cuadrados: inventé la cocina sencilla y aprendí a poseer justo lo que cabe en el maletero de un Fiat. ¡Fueron tiempos maravillosos!
    Un saludo
    JM

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  2. Que simpatico Samael como hizo un acto heroico por defenderlas. Se ve que es un perro muy inteligente, y al final hizo todo el show por poder quedarse, la supo hacer! Jajaja

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