Yo
siempre he tenido el deseo de volver a los 18 años para disfrutar de aquellos
momentos que no disfruté cuando pude, para tomar algunas decisiones diferentes
o simplemente para vivir despreocupada de las responsabilidades adultas que hoy
me quitan el sueño como a todos. Es reconfortante tomar la máquina del tiempo
que hay en nuestra mente e imaginarse adolescente otra vez. Nos aleja de la
gravedad treintona que nos frunce el ceño y nos lleva a sonreír con la ligereza
de un niño. Sin embargo, una cosa es lo que acabo de mencionar, lo cual es
bello idealizar, y otra muy diferente es que una puta muela del juicio sea la
que te haga sentir pendejo de nuevo.
Las
“muelas del juicio” son el tercer molar que suele aparecer a las edades entre
17 y 25 años y son vestigios de la evolución humana, como lo son el apéndice y
el hueso del cóccix. Tengo 31 malditos otoños en el cuerpo y hace 10 de ellos
atrás me extirparon tres muelas del juicio que llegaron a mi boca tacleando a
las demás como si fueran línea de defensa de fútbol americano. En las
radiografías se veía claramente que venían malditas y el dentista me dijo de
manera muy democrática que había que sacarlas sin demora. Yo tuve que frenarle
la mano un momento porque el doctor quería extraer dos al mismo tiempo y casi
lo ahorco por tal sugerencia diabólica. Me
las saca de a una y se conforma, señor. Si queda con ganas de seguir sacando
huevadas, vaya a arrancar malezas a su patio.
Bueno,
el procedimiento no fue tan traumático como pensé sería. Hizo palanca un par de
veces y salieron como molusco adheridos a una roca. No tuve mayores
inconvenientes pero los puntos que unían las encías eran los cabrones. Tenía
que comer del lado sin la intervención ladeando la cabeza, mordiendo con
cuidado y con unos deseos irrefrenables de zamparme un asado grotesco. El día
que llegué de mi primera muela extraída, pedí en casa que no hicieran nada
exquisito que requiriera una abertura de boca importante. Quería alejar de mí
toda tentación. Me acuesto para descansar tratando de ignorar mi hambre de
mierda, cuando al rato mi hermana entra a la habitación con una dulzura nunca
antes vista:
-Mira,
Mandu, hice “Completos”- me dice con
una bandeja entre las manos.
-ARE
YOU FUCKING KIDDING ME????
Para
los posibles lectores que no sean chilenos, los Completos son muy parecidos a los
Hot Dogs pero un poco más grandes y con más ingredientes. Tuve que aferrarme a
la poca cordura que me quedaba para no echarla cagando por cruel. En fin, pasaron
los días en los que comí todo licuado, hasta los dichosos Completos para no
quedarme con las ganas, me sacaron los puntos y el dentista dijo que no era
probable que la cuarta apareciera porque estaba muy abajo a diferencia de las
otras. Yo le creí y me relajé creyendo que esas palabras serían definitivas.
Sin embargo, el “para siempre” es mucho tiempo, por lo que hace tan sólo una
semana atrás una molestia en mi encía me hizo acordarme de este doctor con
mucho cariño. Espero que no sea la muela
que nunca aparecería, pensé irónicamente. Me acerqué a un espejo, miro
hacia el origen del dolor y ahí estaba la huevona, con sus cachitos asomándose
al exterior como diciéndome: Perdón por
el atraso – Naaa, ¿cómo se te ocurre? Pasa. Estás en tu casa.
Y
bueno, aquí estoy… en mi casa, haciendo reposo y con un lado de la cara hinchado
como hámster. Y déjenme decirle que esta muela fue la más desgraciada de todas,
sin intención alguna de permitirme vivir sola. Aferrada como un koala al hueso
de mi mandíbula y más encima con la raíz como un gancho que de haber podido se
lleva consigo hasta mi espina dorsal. Dos dentistas, DOS, tuvieron que dar la
pelea con esta hija de puta que quería morir conmigo. Era la solidificación
misma del egoísmo, la testarudez, la obsesión y la maldad. Nunca había visto
semejante porfía en un objeto inanimado- aunque eso ya lo estoy dudando porque debió
tener vida propia.
Jajaja pensaba leerla mas tarde pero despues del primer parrafo termine leyendola completa, muy chistosa.
ResponderEliminarPensaba que si no existieran estos vestigios en nosotros... pues seriamos unos dinosaurios de grandes colmillos y enormes colas... aunque estariamos adaptados para comer solo vegetales y no conoceriamos ni el completo XD
Los vestigios evolutivos y los miedos ancestrales nos ayudan a vivir. Incluso la muela del juicio nos introduce, mediante la ceremonia de iniciación -fusilamiento en tu caso-, en la vorágine del mundo. Aunque también nos recuerda que la lidocaína puede ser nuestra aliada.
ResponderEliminarUn saludo, Andrómeda
JM
P.D.: te recomendé en FB y G+
Buena, muy buena!!!
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