lunes, 7 de abril de 2014

Se viene el n° 31


Se viene mi cumpleaños número 31 y creo que esta entrada a la nueva década me ha hecho reflexionar sobre varios asuntos. El año pasado para mí fue de cambios fuertes y sueños grandes, como la casa propia. Sí, compré una casa que me la entregarán próximamente en mayo (eso dicen) y debo confesar que estoy cagada de miedo. Este rol que se viene encima de ser una adulta, de no depender de los viejos en todas las decisiones nos da de lleno en la cabeza con un mazo que te deja medio huevón, aturdido. Cuesta hacernos cargo de responsabilidades grandes porque aún nos queda un dejo de rebeldía infantil enredado a las fibras del alma.

El pasado 5 de marzo estuvo de cumpleaños una de mis mejores amigas y creo que ya se las había mencionado en este blog en alguna oportunidad. María José, o Pepa, como le decimos de cariño. Ella es la profe de Inglés del grupo y luego de mucho estrés, lágrimas de sangre y sacrificio, logró salir adelante y domar la situación que implica mantener interesados a esos demonios con cara de ángel que se hacen llamar niños. Sí, esas criaturas que corren, gritan, destrozan y pelean y que serán algún día el futuro de Chile - lo que nos espera, Señor ten piedad. Bueno, la menciono ahora porque también ella tuvo un despertar a la madurez con la salud de su madre, quien experimentó un infarto al miocardio bastante complejo hace unos meses atrás. Pepa es hija única de padres separados, por lo cual tuvo que hacerse cargo como un esposo y cuidarla como una enfermera lo que restó de sus vacaciones de verano. Al cumplir los 31, mi amiga sentía que había ganado por lo menos 10 años de experiencia.

Volviendo a lo de los cabros chicos, realmente me impresiona cómo pueden comportarse como unos hijos del diablo y más encima quejarse por no tener más libertades… ¡Váyanse a la mierda! Pepa ha sufrido la falta de respeto a un nivel Dios posiblemente, en donde una pendeja sin ningún asco, le gritó y desafió en la sala de clases como si tuvieran la misma edad. Yo en mi época de colegio hubiera hecho eso con una profesora, no sólo me hubieran expulsado del colegio, sino que de mi casa y más encima de la ciudad por hereje. Recuerdo que ser insolente con el maestro era casi igual de reprochable que alzarse contra un padre. Desafiar a tu viejo era una proeza tan adrenalínica que tenías que ser John McLean en Duro de Matar. El castigo, el palmazo en el culo y el “¡Anda a acostarte!”  no se hacían esperar.

Las vacaciones de invierno del año pasado me hicieron cuestionarme muchas cosas, como por ejemplo: ¿Será culpa de mi generación o la de nuestros padres que al hijo/nieto haya que entretenerlo COMO SEA porque al huevoncito no se le ocurre nada y se aburre en la casa? Yo recuerdo que cuando salía de vacaciones tenía que entretenerme con las cosas que tenía a la mano en mi pieza y se acabó, nunca me planificaron un itinerario de juegos o actividades como lo hacen ahora: que el cine, que el patinaje en hielo, que el evento de circo, que el bowling, que la comida chatarra, que la nueva PlayStation, etc. El niño no tiene tiempo para que se le ocurra nada por sí mismo… fíjense en lo que acabo de decir: el niño NO TIENE TIEMPO.

Creo que por eso en unos años más sólo tendremos películas repetidas en el cine, Oscar al Mejor Remake y puros covers de canciones añejas, porque ya no existirá la imaginación para inventar nada nuevo. Y pensándolo bien lo único que pido para este nuevo año de vida es seguir escribiendo, seguir creando algo aunque sea poco. Quiero hacerle honores a mis tardes de infancia, a esas tardes de ocio en donde la necesidad por entretenerme me llevó a inventar las mejores historias de amor y acción con un par de juguetes y cajas de cartón.